Entrevista al realizador Olivier Assayas

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Gracias al diario francés Le Monde, y que aquí en Argentina reproduce Clarín, se puede disfrutar de uno de los cineastas más interesantes del actual cine francés.

Olivier Assayas tiene una laga carrera cinematográfica. A los 54 años, habla de su última película Las horas del verano, un drama familiar, protagonizado por la gran Juliette Binoche y Charles Berling, centrado en las disputas entre tres hermanos por una herencia dejada por su madre.

Y también se hace tiempo para pensar el estado actual del cine se su país, de sus admirados colegas y de la independencia en el cine, y de cómo encara sus próximos proyectos.

A continuación, la entrevista completa:

¿Por qué eligió ese tema? ¿Cuál es el vínculo con su propia historia?
A partir del momento en que se habla de familia, de cambio de generación, se toca lo íntimo pero también algo universal. Creo que todos, en algún momento, nos vemos obligados a confrontarlo. Siento que no razoné la necesidad de la película. Se me impuso. Sin duda, por razones personales, pero también porque pensaba que esas razones personales me permitían articular algo universal, mucho más amplio que una problemática íntima.
En el arte uno debe tratar de encontrar la pregunta que se hace el artista al crear. ¿Cuál es su pregunta aquí?
Me hacía varias preguntas, que se materializaron en cada uno de los personajes. Me da la impresión de que cada uno representa una pregunta y una faceta mía. Creo que el arte está constituido por preguntas; las respuestas, que las encuentre cada uno.
¿Por qué le puso «Las horas del verano»?
Originalmente, tenía otro título, que era Souvenir du Valois, que es el subtítulo de Sylvie, de Gérard de Nerval. Lo había elegido porque vinculaba el relato al campo al norte de París. Pero me pareció que tiraba mucho hacia una nostalgia tipo hojas de álbum amarillentas y yo quería algo que se acercara más a lo que el filme cuenta, o sea, una relación con el paso del tiempo, pero más con un sentido ligado al futuro, con una idea más positiva. Y éste título se ajustaba mejor.
¿Tiene intención de hacer las horas del otoño, el invierno y la primavera?
Podría hacer como Rohmer, el ciclo de las estaciones, pero no, no figura en mis proyectos, a pesar de mi admiración por Rohmer.
En una sala parisina oí decir a un tipo que su último filme es una «inmunda comedia burguesa» y no comparto su opinión. ¿Qué le respondería?
Lo que me da tristeza en este momento, es la forma en que se confunde la representación de la burguesía y la representación de un medio artístico. La casa de los personajes de Las horas… no es burguesa, no tiene su pesadez ni su formalismo. Es una casa que fue de un artista, un pintor, que está mezclada con la naturaleza, y donde uno tiene la impresión de que el tiempo se detuvo hace medio siglo. No veo en qué puede parecerse a las viviendas de la burguesía actual. Si prohibimos la representación de un mundo que en el fondo es modesto pero habitado por una belleza ligada a nuestra historia, a nuestra cultura, estamos cerrando la puerta a muchas cosas en el cine francés.
¿Le interesa lo que hacen sus colegas. ¿Cómo ve el cine francés actual?
Tengo un profundo amor por el cine independiente francés, que produce cada año obras apasionantes. Podría tomar mil ejemplos, desde las películas de directores como Claire Denis, Arnaud Desplechin, Catherine Breillat, por tomar a los que han recorrido un camino paralelo al mío.
Sorprende la diversidad de temas y géneros que aborda. ¿Qué lo motiva? ¿Se impone en cada proyecto hacer algo que no se haya hecho jamás?
Me impongo hacer algo nunca hecho, por mí al menos. Tengo la impresión de que el camino que se hace en el cine, es a la vez un camino de descubrimiento del mundo y una especie de revelación personal. Tengo la impresión de descubrir, a través de la exploración del mundo, aspectos de mi obra, que me son revelados. Me da la sensación de haber hecho un conjunto de películas bastante coherente. Que oscilan entre el pasado y el presente, lo íntimo y lo universal, lo local y lo mundial. Pero donde todo, en el fondo, podría cohabitar de la misma manera que habita nuestras vidas. Mi impresión es que todas esas dimensiones las tenemos en nosotros, y es cierto que pocas obras en el cine intentan articularlo.

Fuente: Clarin


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