Erin se empeña día tras día en ganarse a sus estudiantes pese a su obstinado rechazo a toda forma de participación en las clases. Pero la realidad del ghetto no tarda en imponerse. Una pandillera latina de su clase presencia un tiroteo originado por cuestiones raciales; otro día la profesora intercepta una desagradable caricatura racista. Erin aprovecha esos incidentes y los convierte en dinámicos elementos de aprendizaje. Así se produce una transformación en el aula: los alumnos empiezan a escuchar y Erin se libera de sus idealistas prejuicios y acepta oir las historias que le cuentan los chicos sobre las malas calles en las que deben sobrevivir a una guerra no declarada. Erin empieza a conectar con los miembros de su clase. Les trae discos de música urbana y libros surgidos de otro tipo de ghetto, como “El diario de Ana Frank”, y con esas simples herramientas les abre los ojos a la experiencia de la lucha de quienes han sufrido la intolerancia fuera de las comunidades a las que los chicos pertenecen. Sabiendo que cada uno de sus estudiantes tiene una historia que contar, Erin les anima a que escriban un diario con sus pensamientos y experiencias. Tras compartirlo con los demás, cada alumno ve que sus compañeros viven una situación similar a la suya; y comprenden por primera vez que hay más horizontes en la vida que esperar a llegar vivo a los 18. Los diarios de los chicos dejan de ser deberes de clase y se convierten en un instrumento de afirmación vital; y el contacto con sus estudiantes afecta a Erin mucho más profundamente de lo que ella hubiera podido imaginar.
No es común en el mundo de la docencia el reconocimiento y agradecimiento a un profesor. El buen maestro da gratuitamente y si existen momentos de gratitud, no suelen ser algo inmediato, sino a largo plazo. Sin embargo Erin Gruwell ve recompensado sus esfuerzos al final de la historia. Además, bastante pago hace en el nivel personal (por la ruptura con su marido) para llegar a este éxito.
Me parece que Erin tuvo un gran coraje, saltándose en parte las pautas del centro en el que trabajaba, jugándosela con su marido, y luchando por conseguir sacar lo mejor de unos alumnos que sin duda estaban envueltos en las peores y más variadas circunstancias sociales. Es una película muy recomendable, para alumnos y para profesores, para que vean el entusiasmo y la vocación docente en su mayor significado, llegando así al difícil éxito recíproco del educador que aprecia a su clase y es correspondido.
A nivel cinematográfico cabe mentar que pese a tener algunos patrones convencionales del cine norteamericano, no todo el monte es orégano, y que la película tenga alguna connotación de “americanada” no va a convertirla en una mala película sólo por este hecho. Para mí es una buena película y muy recomendable para el que quiera sumergirse en la polémica problemática del desinterés de los alumnos en el sistema educativo actual. Una de las cosas que más me ha gustado es la gran confianza que muestra la profesora en el potencial de sus alumnos.
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Fuente – Los dinosaurios también tienen blog