Con El Buen Pastor, Robert De Niro vuelve a ponerse detrás de las cámaras tras codirigir (aunque no figurase en los créditos) junto con Frank Oz el film The Score, más conocido por ser la última intervención en el mundo del celuloide de Marlon Brando antes de morir. Mejor resultado tuvo su primera incursión con Una Historia del Bronx donde seguía el ritmo y la narrativa de Scorsese para contar la historia del hijo de un conductor de autobus (que él mismo interpretaba por cierto) en un barrio tan significativo como es el Bronx.
Pues bien, en el estreno del que hablamos, De Niro cambia el tercio para contarnos el origen de la C.I.A y su desarrollo durante los primeros años, siempre intentando mostrarnosla como una organización de caracter casi sectario se podría decir, con reuniones clandestinas en las que parecen seguirse unos rituales un poco doctrinales. El reflejo de esta visión queda ensombrecido al no ponerse en sintonia lo que se está contando, con los acontecimientos que se desarrollaban por aquel entonces.
De forma paralela, se pretende humanizar al sujeto que esta dentro de la maquinaria, el sacrificio personal que debe realizar en beneficio del buen cumplimiento de una labor siempre vendida como de servicio a los Estados Unidos y sus habitantes. El papel de abnegado espia esta a cargo de Matt Damon en el rol de James Wilson (personaje al parecer inspirado en James Jesús Angleton, jefe de inteligencia durante muchos años) y su carrera en la C.I.A es el hilo conductor que Robert De Niro aprovecha para contarnos los entresijos de la compañia como se la conoce popularmente.
El resultado es una película bien dirigida, correctamente interpretada en sus papeles principales por Matt Damon (al que sinceramente prefiero ver en la saga Bourne), o Angelina Jolie como la ingenua esposa de este, pero que no llega a tener la calidad que destilaba la opera prima del genio de Greenwich Village.