Lo confieso: soy fanático. Casi estaba contando los días para que se estrenara la película de los Simpsons. Pero como el mismo Homero nos dijo de entrada, es una reverenda tontería ir a ver algo al cine que puedes ver en televisión. Sin embargo, hay cierta magia visualmente en la película de esta familia que lleva más de 17 años en el negocio de entretenernos (más que los Beckham) y que exigía, disfrutar del hasta ahora capítulo más largo de la serie en una butaca comida, en pantalla gigante y con pop corn.
La trama gira alrededor de las torpezas del padre (no se si llamarlo cabeza de familia), de una de las familias más emblemáticas de Springfield.
Es algo así: Después de que el padre de Homero tienen una revelación en la iglesia, Marge queda preocupada por la profecía que el abuelo Abraham Simpson acaba de predecir. Mientras Homero se consigue una nueva mascota, que lo meterá en un lío gigante, que lo obligará a tomar decisiones radicales en su vida.
Hay mucho de la serie. Muchas situaciones, muchos chistes. La verdad es más como un capitulo largo, pero no mucho, porque la película solo dura hora y media.
Los creadores prometieron que estarían todos los personajes, pero si no me equivoco se han quedado algunos por fuera, necesito repasarla. La promesa a la que no se faltó fue la diversión, risas a montón, como usted lo vio en TV.
Mi recomendación: Siéntate y disfruta.
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